Sigmund Freud
Señala que la vida como nos es impuesta resulta gravosa: nos
trae dolores, desengaños y tareas insolubles. Para soportarla no prescindir de
calmantes, que son de 3 clases: poderosas distracciones que nos hagan valuar un
poco nuestra miseria; satisfacciones sustitutivas que la reduzcan; y sustancias
embriagadoras que nos vuelvan insensibles a ellas.
Los seres humanos quieren alcanzar la dicha, conseguir la felicidad y mantenerla. Esta aspiración tiene dos costados una meta positiva y otra negativa; por un lado se quiere la ausencia del dolor y de displacer y por otro vivenciar intensos sentimientos de placer.
Otra técnica para la defensa contra el sufrimiento se vale de los desplazamientos libidinales sería trasladar las metas pulsionales de tal suerte que no puedan ser alcanzadas por la denegación del mundo exterior. Para ello la sublimación de las pulsiones presta auxilio. Lo débil de este método es que no es de aplicación universal pues solo es asequible para pocos seres humanos (ej: alegría del artista en el acto de crear).
Otro método para evitar el sufrimiento, sitúa la satisfacción de los procesos anímicos internos y para ello se vale de la desplazabilidad del líbido, pero no se extraña del mundo exterior, sino que al contrario se aferra a sus objetivos y obtiene la dicha a partir de un vínculo de sentimiento con ellos. No se queda contento con la meta de evitar displacer sino que se atiene a la aspiración originaria, apasionada hacia el cumplimiento positivo de la dicha y quizás se le aproxime más que cualquier otro método. Es aquella orientación de la vida que sitúa al amor en el punto central que espera toda satisfacción del hecho de amar y ser-amado.Freud hace notar que los genitales mismos cuya visión siempre tiene un efecto excitador, casi nunca se aprecian como bellos; en cambio el carácter de la belleza parece adherir a ciertos rasgos sexuales secundarios.
La religión perjudica este juego de elección y adaptación, imponiendo a todos por igual su camino para conseguir dicha y protegerse del sufrimiento. Su técnica consiste en deprimir el valor de la vida y en desfigurar de manera delirante la imagen del mundo real.
Freud cuestiona por qué es tan difícil para los seres humanos conseguir la dicha?. Señala que se dio la respuesta cuando señalamos las 3 fuentes de que proviene nuestro penar: la hiperpotencia de la naturaleza, la fragilidad de nuestro cuerpo y la insuficiencia de las normas que regulan los vínculos recíprocos entre los hombres en la familia, el Estado y la sociedad. En el caso de las dos primeras considera que nos vemos constreñidos a reconocer estas fuentes de sufrimiento y a declararlas inevitables. Pero diversa es nuestra conducta frente a la tercera: la social; nos negamos a admitirla en la medida que no podemos entender la razón por la cual las normas que nosotros mismos hemos creado no habrían más bien de protegernos y beneficiarnos a todos.
Considerando estas situaciones, se puede enunciar que gran parte de la culpa por nuestra miseria la tiene nuestra cultura; seríamos mucho más felices si la resignáramos y volviéramos a encontrarnos en condiciones primitivas.
Señala que cultura designa toda la suma de operaciones y normas que distancian nuestra vida de las de nuestros antepasados animales, y que sirven a dos fines: la protección del ser humano frente a la naturaleza y la regulación de los vínculos recíprocos entre los hombres. Para comprender más buscará los rasgos de la cultura tal y como se presentan en las comunidades humanas. Para ello reconoce como “culturales” todas las actividades y valores que son útiles para el ser humano en tanto ponen la tierra a su servicio, lo protegen contra la violencia de las fuerzas naturales, etc. ej: domesticación del fuego, las gafas para corregir los defectos de los ojos, microscopios para vencer los límites de lo visible, con la cámara fotográfica retiene las impresiones visuales fugitivas.
Como último rasgo, aprecia el modo en que se reglan los
vínculos recíprocos entre los seres humanos: los vínculos sociales que ellos
entablan como vecinos, como dispensadores de ayuda, como objeto sexual de la
otra persona, como miembro de una familia o de un Estado. La convivencia humana
solo es posible cuando se aglutina una mayoría más fuerte que los individuos
aislados y cohesionada frente a estos. El poder de la comunidad se contrapone
como “derecho” al poder del individuo que es condenado como violencia bruta.
Esta sustitución del poder del individuo por el de la comunidad es el paso
cultural decisivo.
La libertad individual no es un patrimonio de la cultura,
fue máxima antes de toda cultura, pero en estos tiempos carecía de valor porque
el individuo difícilmente estaba en condiciones de preservarla.
El desarrollo cultural es un proceso peculiar que abarca la
humanidad toda y en el que muchas cosas nos parecen familiares. Puede
caracterizarse por las alteraciones que emprende con las notorias disposiciones
pulsionales de los seres humanos, cuya satisfacción es por cierto la tarea
económica de nuestra vida. Algunas de esas pulsiones son consumidas, por lo que
en su reemplazo emerge algo que describiríamos como una propiedad de carácter.
La sublimación de las pulsiones es un rasgo particularmente
destacado del desarrollo cultural; posibilita que actividades psíquicas
superiores (científicas, artísticas e ideológicas) desempeñen un papel
sustantivo en la vida cultural. En tercer lugar, dice Freud que no puede
negarse que la cultura se edifica sobre la renuncia de lo pulsional
La experiencia de que el amor sexual (genital) asegura al
ser humano las más intensas vivencias de satisfacción
Las mismas mujeres que por los reclamos de su amor habían
establecido el fundamento de la cultura, pronto entran en oposición con ella y
despliegan un influjo de retardo y reserva. Ellas subrogan los intereses de la
familia y de la vida sexual, el trabajo de la cultura se ha ido convirtiendo
cada vez más en asunto de los varones, a quienes plantea tareas de creciente
dificultad, constriñéndolos a sublimaciones pasionales a cuya altura las
mujeres no han llegado. Pero como el ser humano no dispone de cantidades
ilimitadas de energía psíquica tiene que dar trámite a sus tareas mediante una
adecuada distribución del líbido y lo que usa para fines culturales lo sustrae
en buena parte de las mujeres y de la vida sexual; la permanente convivencia
con varones llega a enajenarlo de sus tares de esposo y padre y la mujer, se ve
empujada a un segundo plano por las exigencias de la cultura y entra en una
relación de hostilidad con ella.
El trabajo psicoanalítico ha enseñado que son justamente
estas frustraciones de la vida sexual lo que los individuos llamados neuróticos
no toleran. Ellos se crean en sus síntomas satisfacciones sustitutivas, que
empero los hacen padecer por sí mismas o devienen fuente de sufrimiento por
depararles dificultades con el medio circundante y la sociedad. De esa forma la
cultura exige otros sacrificios además del de la satisfacción sexual.
Ej: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, sobre el que
Freud cuestiona el por qué se rodea de tanta solemnidad un precepto cuyo
cumplimiento no puede recomendarse como racional. “Ama a tu enemigo”.
A raíz de esta hostilidad primaria y recíproca la sociedad
culta se encuentra bajo una permanente amenaza de disolución. Por ello la
cultura tiene que movilizarlo todo para ponerle límite a las pulsiones
agresivas de los seres humanos para sofrenar mediante formaciones psíquicas
reactivas sus exteriorizaciones. De ahí el recurso a métodos destinados a
impulsarlos hacia identificaciones y vínculos amorosos de meta inhibida, de ahí
la limitación de la vida sexual y el mandamiento ideal de amar al prójimo.
Freud dice que la inclinación agresiva es una disposición
pulsional autónoma, originaria, del ser humano; por lo que retomando el hilo
(p. 109), sostiene que la cultura encuentra en ello su obstáculo más poderoso.
En algún momento de esta indagación se impuso la idea de que la cultura es un
proceso particular que abarca la humanidad toda en su transcurrir, pero agrega
que sería un proceso al servicio del Eros que quiere reunir a los individuos
aislados, luego a las familias, después etnias, pueblos, naciones en una gran
unidad: la humanidad. Si se puede no se sabe, es precisamente obra del Eros,
deben ser ligados libidinosamente entre sí, la necesidad sola, las ventas de la
comunidad de trabajo no los mantendrían cohesionados. Considera que el
sentido del desarrollo cultural es la lucha entre Eros y Muerte
La agresión es introyectada, interiorizada, pero en verdad reenviada a su punto de partida, vale decir, vuela hacia el yo propio. Ahí es recogida por una parte del yo, que se contrapone al resto como superyó y entonces, como “conciencia moral” está pronta a ejercer contra el yo la misma severidad agresiva que el yo habría satisfecho de buena gana en otros individuos, ajenos a él. Así entonces, llama “conciencia de culpa” a la tensión entre el superyó que se ha vuelto severo y el yo que le está sometido. Se exterioriza como necesidad de castigo.
La agresión es introyectada, interiorizada, pero en verdad reenviada a su punto de partida, vale decir, vuela hacia el yo propio. Ahí es recogida por una parte del yo, que se contrapone al resto como superyó y entonces, como “conciencia moral” está pronta a ejercer contra el yo la misma severidad agresiva que el yo habría satisfecho de buena gana en otros individuos, ajenos a él. Así entonces, llama “conciencia de culpa” a la tensión entre el superyó que se ha vuelto severo y el yo que le está sometido. Se exterioriza como necesidad de castigo.
Las ideas sobre la génesis del sentimiento de culpa no son
las corrientes y no resulta fácil encontrarla; pues si se pregunta cómo alguien
puede llegar a tener un sentimiento de culpa, se recibe una respuesta que no
admite contradicción: uno se siente culpable (los creyentes le llaman pecado)
cuando ha hecho algo que discierne como malo.
El sentimiento de culpa tiene 2 orígenes diversos:
a) la angustia frente a la autoridad externa: compele a
renunciar a satisfacciones pulsionales. Esto para no perder su amor. Una vez
operada no debería haber sentimiento de culpa alguno.
b) la angustia frente al superyó: esfuerza además a la punición puesto que no se puede ocultar ante el superyó la persistencia de los deseos prohibidos. Es continuación de la severidad de la autoridad externa. La renuncia a lo pulsional no es suficiente porque el deseo persiste y no se puede ocultar del superyó, por lo que esa renuncia no tiene acá efecto satisfactorio, porque la abstención virtuosa no es recompensada con la seguridad del amor. La desdicha externa se ha trocado en una desdicha interior permanente: la tensión de la conciencia de culpa. La conciencia moral es la consecuencia de la renuncia de lo pulsional; de otro modo: la renuncia de lo pulsional crea la conciencia moral que después reclama más y más renuncias.
b) la angustia frente al superyó: esfuerza además a la punición puesto que no se puede ocultar ante el superyó la persistencia de los deseos prohibidos. Es continuación de la severidad de la autoridad externa. La renuncia a lo pulsional no es suficiente porque el deseo persiste y no se puede ocultar del superyó, por lo que esa renuncia no tiene acá efecto satisfactorio, porque la abstención virtuosa no es recompensada con la seguridad del amor. La desdicha externa se ha trocado en una desdicha interior permanente: la tensión de la conciencia de culpa. La conciencia moral es la consecuencia de la renuncia de lo pulsional; de otro modo: la renuncia de lo pulsional crea la conciencia moral que después reclama más y más renuncias.
Ahora bien, señala que si se tiene un sentimiento de culpa
por infringir algo, más bien debería llamarse arrepentimiento, por lo que
Freud se cuestiona de dónde proviene y considera que permitirá esclarecer el
secreto del sentimiento de culpa
Considera entonces que hay una participación del amor en la
génesis de la conciencia moral y el carácter fatal e inevitable del sentimiento
de culpa. Lo que no es otra cosa que la lucha eterna entre Eros y la pulsión de
destrucción o muerte.
Propósito del ensayo: Situar al sentimiento de culpa como el problema más importante del desarrollo cultural y mostrar que el precio del progreso cultural debe pagarse con el déficit de dicha provocado por la elevación del sentimiento de culpa. Las religiones no han ignorado el papel del sentimiento de culpa en la cultura y en efecto sustentan tal pretensión de redimir a la humanidad de este sentimiento de culpa que ellos llaman pecado.
el superyó es la conciencia moral y tiene entre otras
funciones la de vigilar y enjuiciar las acciones y los propósitos del yo,
ejerce una actividad censora. La necesidad de castigo es una exteriorización
pulsional del yo que ha devenido masoquista bajo el influjo del superyó sádico
La lucha entre individuo y comunidad no es un retoño de la
oposición inconciliable entre Eros y Muerte, implica una querella doméstica del
líbido, comparable a la disputa en torno de su distribución entre el yo y los
objetos y admite un arreglo definitivo en el individuo como esperamos lo admita
también en el futuro de la cultura, por más que en el presente dificulte
tantísimo la vida de aquél.
"Lecciones de introducción al psicoanálisis" Oscar Masotta
El psicoanálisis tiene que ver con la manera en que vamos
descubriendo el inconsciente. Los pacientes tenían experiencias de las que
no guardaban conciencia. La hipnosis mostraba la existencia de cosas que no
estaban en la conciencia y que tenían efectos sobre el comportamiento y la vida
despierta de los sujetos. La sexualidad no tiene nada que ver con el Saber
de todos los días. El psicoanálisis es no-Sexología. Cuando se reprime es
porque no se quiere sabes nada de algo que exige ser reconocido, y es que no
hay saber unido al sexo. Freud entiende por “objeto” a la persona de la
tendencia, a la persona a la que se dirige la exigencia sexual. La sexualidad
existe desde que nacemos. A los 5 años, el niño ya tiene determinada su
estructura sexual. La relación que une al sujeto a sus objetos sexuales no
es tan fuerte, el objeto es lo que más puede variar, lo que el sujeto mas puede
cambiar.
Pulsión: la labilidad de eso que la liga al objeto. No
hay una relación de determinación de la pulsión a su objeto, no tiene objeto
dado, natural. Lo que el sujeto reprime, es que tratándose de cosas
sexuales, tiene que arreglárselas solo. Ni la pulsión le facilita la
determinación del objeto, ni hay saber del objeto que la pulsión podría
determinar.
La sexualidad del adulto tiene que ver con ciertas maneras
que tiene el niño de referirte a sus primeros objetos. 3 etapas: una manera
oral (cuyo modelos corporal es la relación del sujeto con el seno materno), una
manera anal (la relación narcisista del sujeto infantil con sus propios
excrementos), etapa genital (la que sigue el periodo de latencia y en la que la
estructura del sujeto quedo acogida en los moldes de la masculinidad o la
feminidad). La teoría del desarrollo de la libido pudo conducir al desvío
de un cierto empirismo, a una concepción deificada del objeto.
Lo patógeno residía en algo ocurrido en el pasado, que ese
pasado tenía que ver con la sexualidad infantil (Complejo de Edipo), Freud
insiste en la idea de trauma: una seducción del niño por un adulto ha sido el
acontecimiento real que ha originado la neurosis. A partir de tal teoría
intenta distinguir la neurosis obsesiva- de la histeria.
Protofantasia: Estructura fantasmatica refería a una
escena de seducción del niño por un adulto. Freud ha descubierto que los
pacientes mentían, que las escenas sexuales relatadas sobre la primera infancia
no habían en verdad ocurrido. Eran fantasía, esas escenas sexuales no
ocurrieron en realidad, pero sin embargo aparecen en el relato del paciente, no
indico sino que las escenas han sido fantaseadas.
Complejo de Edipo: La ligación amorosa del niño con el
padre del sexo opuesto y la hostilidad contra el padre del mismo sexo. Pero
dejando de lado que Freud hablara también de un Edipo invertido, homosexual, y
también la bisexualidad (la presión simultanea de la heterosexualidad).
El Falo no es el pene, es la “premisa universal del pene”.
La creencia de que todo el mundo tiene pene. Pero solo es un órgano genital
masculino. La castración es la consecuencia inmediata del falo. El sujeto
infantil ha partido de que sola hay pene, que únicamente existe el genital
masculino, y cuando con el tiempo descubre que hay dos sexos, que
anatómicamente hay seres que carecen de pene, surge entonces el complejo de
castración. El varón se siente “amenazado” en su genial. El lo tiene, pero
podría perderlo. La mujer anhela tener, lo “envida”. Envida de castración y
amenaza de castración: nombran el caso de la mujer y el varón en el interior de
esa estructura.
Histeria viene de “útero”, por eso pensaban que solo las
mujeres eran histéricas, pero es también enfermedad de hombres. La histeria
depende de acontecimientos encerrados por el pasado.
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